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CARTA A MI QUERIDA ESPOSA

Central Venezuela, enero 27 de 1966

Sra. Lucía González
Cienfuegos.

Mi querida esposa:
Es mi deseo que estés bien, al igual que la niña y los demás. Yo bastante bien, gracias a Dios.
Vieja, estaba preocupado porque hacía días que no recibía carta tuya; yo te he escrito dos veces y hoy recibí tu carta del día 23. Me alegro saber que pasaste unos días gozosa y que resolviste algunas cosas; quisiera saber de qué se trata.
Todavía no hay señales de pase ni de visitas, y pienso que por ahora es difícil que me dejen salir a verte a otro lugar, porque estamos cortando caña y porque a algunas familias que han venido a ver a los suyos no las han dejado ni acercarse siquiera. Oí decir que había llegado una orden de detener y llevar al D.O.P. más cercano a cualquier civil que se llegue a aquí. El teniente jefe de la compañía no está ahora aquí por causa de la zafra, y a él es al que yo quería ver para pedirle permiso. Si más adelante hubiere alguna posibilidad, yo te avisaré.
Me dices que la niña ya sabe mucho. Quisiera verla y que me conociera, o mejor dicho, que no me extrañara como la otra vez. Cuando vaya allá de seguro tendré que ir con otra ropa que nos dieron. El pantalón es verde olivo y la camisa y la gorra gris.
Cuando me mandes el paquete que me ofreces, mándame también, si puedes, un paquete de huevos; puedes envolverlos en papel y colocarlos de nuevo en la caja en que vienen. Así le mandaron a un muchacho que está aquí y le llegaron bien. Si hay lapiceros cómprame uno, que para poner las direcciones tengo que pedir prestado.
Vieja, en estos días estaba un poco triste porque no recibía carta tuya, y yo pensaba que aquí las estaban reteniendo, pues casi nadie recibía cartas. Además, según he podido comprender, el propósito de esta gente es hacerle perder a uno el apego a la familia, y por eso han prohibido toda forma de poderla ver.
Hace días me sentí contrariado al oir a uno de los compañeros contando lo que le dijeron en el Comité Militar de ahí. A él se le murió la abuela y no le dejaron ir; entonces se escapó y pasó unos días con la familia y luego se presentó al Comité Militar. La mujer de él estaba para dar a luz y no tenía quien le ayudara. En el Comité le prometieron varias veces resolverle el asunto de la canastilla, pero no cumplían nada y por fin lo que le dijo uno allí fue que le regalara la chiquita. Después le dijeron que le iban a conseguir un trabajo a la mujer y poner la chiquita en un Círculo Infantil. Parece que quieren llevar a efecto el plan de que nadie tenga compromiso con hijos, padres, ni ningún familiar, sino con el Estado solamente.
Hablando con uno de los sargentos, le dije que no me parecía bien que no nos dejaran ver a la familia, y me dijo que el año que viene ya yo no me iba a acordar de la familia. ¿Tú crees que eso pueda ser verdad? ¿Tú te olvidarías de mí, por mucho tiempo que pasara sin poder verme? Ora mucho y escríbeme mucho, que yo espero en Dios que todo pasará, pero si tú ves que la cosa va para largo y las esperanzas para el futuro siguen siendo peores, y se arregla el asunto de la salida, aprovecha y vete con la niña, que yo algún día iré para donde ustedes estén. Prefiero sufrir la separación, pero saber que estás haciendo la obra de Dios y la niña crece en un ambiente santo, y no saber que nos impiden hacer la obra y que la niña tiene que vivir en un ambiente donde le enseñan a negar a Dios, y a los padres, y a todo lo que se ama.
Si yo tuviera que llevar la cruz de vivir en este ambiente toda la vida, lo soportaría con la ayuda de Dios, porque El me ha enseñado a verle aun en las grandes pruebas, y creo que con su ayuda nadie me apartará de El. En cambio, la niña empieza a vivir ahora, y yo quiero que sea una vida enteramente para la gloria de Dios, no un instrumento del anticristo. Por mí no llores, ora y espera en el Señor; yo hace tiempo que no lloro, aunque a veces no me faltan los deseos, pero me controlo y trabajando disipo todo.
Quiero decirte muchas cosas más, pero es viernes por la tarde y falta poco para la puesta del sol, así que ya tengo que echar la carta al buzón. En otra seguiré hablándote desde lejos.
Te quiere tu esposo,

Ev. Ventura Luis